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DIÁLOGO ENTRE BESUGOS SUBTERRÁNEOS
En algún lugar cercano a la triple frontera entre Argelia, Libia y Túnez, un jeep de camuflaje atraviesa lentamente la tórrida y viscosa atmósfera. Tres familias burguesas de origen francés, vestidas de camuflaje y armadas con pequeños prismáticos comprados por e-bay, escuchan atentamente las explicaciones del jefe de la expedición.
-Como pueden ver, estamos ante una manada de Elefantes Cartagineses, de la especie Loxodonta africana pharaoensis. No tengan miedo, pues estos magníficos e imponentes animales son muy pacíficos, pero será mejor permanecer en silencio para no espantarlos.
Mientras tanto, a un centenar de metros, un padre elefante aprovecha para impartir a su hijo una clase de campo de antropología avanzada.
Elefante hijo: ¿Esos son los humanos de los que tanto me hablas papá?
Elefante padre: Así es. Una especie curiosa, la humana. No dejan de correr frenéticos en una carrera inventada. Corren y corren sin dudar en dejar atrás a nadie, solo para descubrir que los ganadores no son menos fracasados que los perdedores. El premio del certamen es una amarga copa de vacío.
Elfante hijo: Que diferentes son estos humanos del resto de animales
Elefante padre: No te creas que tanto. Los otros animales también batallan estupidamente, solo que no lo saben. En realidad, estamos ante un problema metafísico o cosmológico. Todo el universo parece estar creado sobre un núcleo de fracaso. La derrota se manifiesta en todas sus leyes físicas, convirtiéndose en la mayor de las constantes. Todos los procesos desde el inicio de los tiempos se rigen por la misma dramática ley: la entropía aumenta con el tiempo. Traducido: La derrota es inevitable.
Elefante hijo: Entonces, ¿cada uno de nuestros pasos nos conduce a la destrucción y a la nada?
Elefante padre: No hijo, a nosotros no. Nosotros somos una excepción
Elefante hijo: ¿Y eso por qué?
Elefante padre: Porque además de no poder hablar, hijo, no existimos
Elfante hijo: ¿Qué quieres decir?
Elefante padre: Veo que no has repasado lo suficiente tus lecciones. El elefante cartaginés se extinguió poco después de que Roma conquistara el norte de África. No somos más que un puñado de huesos cubiertos por siglos de tierra. ¡Alégrate de tu extinción hijo! La única victoria posible es la derrota absoluta.
, no-dijo el cráneo del elefante ante la no-mirada de los arqueólogos en un planeta hace mucho desprovisto de toda vida en un universo estéril y apagado.
No sé por qué me sorprendo al comprobar el gusto similar que tenemos ambos. Cada vez que veo en tu blog una novela que quiero leer, o simplemente que coincidimos en la apreciación de muchas de las novelas, no puedo evitar sonreír.
ResponderEliminarEn el caso de Houllebecq, he de admitir que lo conocí este año con "Las partículas elementales", pero que es uno de esos de los que sabes que repetirás. Ya sea con el libro que propones o con otro.
Sigo atenta a tu blog.
P.D. ¡Para qué mentir, si con ver tu icono y nombre ya guardé tu blog entre los favoritos! ;)
La verdad es que tu blog es uno de los pocos blogs "literarios" que me agradan plenamente.
ResponderEliminarHoullebecq me ha parecido un autor duro, no apto para leer cuando estás bajo de ánimo, pero con una capacidad para transmitir ideas nuevas y certeras muy interesante, al mismo tiempo que te hace participar de la desesperanza de sus personajes.
Bueno, nos seguimos leyendo. Ayer llegué a la conclusión de que no podía seguir sin escribir en este blog y publiqué todos los libros que me faltaban, aunque comentarios algo escuetos...
Un gran saludo.